Certificación de proyectos de I+D+i: entrevista con Alberto Esparza, KAM en EQA España
Las entidades certificadoras juegan un papel esencial en el impulso de nuevos proyectos de I+D+i. Sin embargo, en ocasiones su relevancia pasa desapercibida o sus tareas no son comprendidas del todo por las empresas que desarrollan estos proyectos.
Para entender mejor su importancia en el ecosistema innovador, nos hemos reunido con EQA España. EQA cuenta con más de dos décadas de experiencia en certificación, verificación e inspección, desarrollando más de 5.500 evaluaciones al año. Su propuesta de valor se centra en la verificación de proyectos en plazos ágiles gracias a una plantilla única de profesionales dedicada a llevar a cabo estas tareas.
En esta ocasión, hemos hablado con Alberto Esparza, Key Account Manager en EQA España, para que nos explique con más detalle el papel de las certificadoras en el desarrollo de proyectos innovadores y, también, para que nos hable particularmente de cómo EQA España actúa en este ámbito.
Sabemos que EQA es una de las entidades de certificación con más relevancia en el panorama nacional. ¿Puedes contarnos un poco más sobre vosotros?
Efectivamente, EQA es una entidad internacional de certificación, verificación e inspección, con más de veinte años de trayectoria. Tenemos diversas líneas de negocio, como son I+D+i, Sistemas de Gestión, Cambio Climático, Responsabilidad Social Corporativa, Compliance, Finanzas Sostenibles y Seguridad de la Información.
Nuestro objetivo es ser una entidad de certificación de referencia para todas las organizaciones que quieran demostrar su compromiso con la sociedad, el medioambiente, los socios de negocio, los clientes y los trabajadores.
Nuestro objetivo es ser una entidad de certificación de referencia para todas las organizaciones que quieran demostrar su compromiso con la sociedad, el medioambiente, los socios de negocio, los clientes y los trabajadores.
Por tu parte, más concretamente, ¿cuál es el rol que desarrollas dentro de la entidad?
Recientemente he cumplido ocho años en EQA y, desde el inicio de nuestra relación, he desempeñado un rol comercial. Actualmente lidero el equipo comercial de la zona centro con el objetivo de crecer en todos los productos comercializados por EQA. Además, gestiono grandes cuentas de I+D+i, tanto empresas como consultoras.
¿Cómo valoras el panorama actual de la I+D+i en España? ¿Y cómo crees que ha evolucionado durante los últimos años?
Personalmente, creo que estamos en el buen camino. La crisis de 2008 supuso un freno drástico en cuanto a la inversión en Investigación y Desarrollo en España, cuyos efectos se han estado viendo hasta casi diez años después. Sin embargo, llevamos unos años en que la tendencia se ha invertido, de tal manera que en 2019 se superaron los 15.000 millones de euros de inversión. Además, se empiezan a conocer los primeros datos de 2020 y todo apunta a que la tendencia continúa en alza, pese a la situación creada por el COVID-19. Los fondos europeos para la recuperación sin duda supondrán un impulso muy significativo en esta dirección.
Cuéntanos más sobre los tipos de empresas más comunes con las que trabajáis desde EQA en cuanto a tamaño, sector en el que operan, etcétera.
Una de las cosas bonitas que tiene trabajar en EQA es que recibimos proyectos de entidades con muy diferentes perfiles, tanto de pymes como de grandes empresas, y especializadas en múltiples disciplinas tecnológicas (estamos acreditados para certificar 100 disciplinas), por lo que es imposible caer en la monotonía.
Si pensamos en la evolución, en los primeros años había un predominio indudable de grandes empresas, pero la labor de comunicación del Ministerio, la creación de consultoras dedicadas al asesoramiento fiscal de las deducciones por I+D+i, y el papel de las certificadoras en la difusión, ha hecho que la mayoría de las empresas pierdan el miedo a disfrutar de unos incentivos a los que tienen derecho.
También hemos comprobado un cambio de tendencia: antes la mayoría de proyectos estaban vinculados a la construcción y alimentación y, en los últimos años, han aparecido más proyectos tecnológicos y sanitarios.
Una de las cosas bonitas que tiene trabajar en EQA es que recibimos proyectos de entidades con muy diferentes perfiles, tanto de pymes como de grandes empresas, y especializadas en múltiples disciplinas tecnológicas, por lo que es imposible caer en la monotonía.
Centrándonos en estas entidades que trabajan con vosotros, ¿qué es lo principal que una empresa innovadora debe tener en cuenta cuando está interesada en iniciar el proceso de certificación?
Aunque parezca una obviedad, lo primero que debe afrontar una empresa que quiere beneficiarse de los incentivos indirectos a la I+D+i es un proceso de reflexión y de orden. Debe identificar claramente cuáles son sus procesos de innovación, determinar los distintos agentes que participan en ellos e identificar los gastos vinculados.
En cuanto a la certificación para las deducciones, antes de comenzar el desarrollo de la documentación necesaria se debe tener muy clara la novedad del proyecto y su defensa con respecto a las definiciones de I+D+i que aparecen en el artículo 35 de la LIS, puesto que es el epicentro de la certificación.
Si estamos hablando de la certificación del personal investigador para beneficiarse de las bonificaciones a la cotización de la Seguridad Social, el mensaje es el mismo: orden. Antes de comenzar el proceso de certificación se deben tener identificados claramente los proyectos en los que participan los investigadores, el rol que desempeñan en ellos y su dedicación, de tal manera que todo sea trazable.
¿Y cuáles son los beneficios que las empresas obtienen gracias a la certificación de sus proyectos?
El principal beneficio que aporta la certificación es la reducción del riesgo fiscal. Si se encuentra en plazo, la empresa puede solicitar al Ministerio de Ciencia e Innovación un Informe Motivado Vinculante para la AEAT en cuanto a la calificación de las actividades del proyecto (como I+D+i). Para obtener este informe, la empresa debe someter su proyecto a un proceso de evaluación por parte de una certificadora acreditada por ENAC.
Si la empresa no está en plazo de solicitar ese Informe Motivado, certificar el proyecto también reduce su riesgo fiscal, puesto que contaría con la visión de una tercera parte experta en la calificación de las actividades de su proyecto y, por tanto, tendrá un buen escudo frente a una eventual inspección.
¿En qué ha cambiado la crisis sanitaria del COVID-19 las empresas con las que trabajáis, los proyectos de I+D+i que soléis atender y vuestra forma de abordar el trabajo?
Aunque realmente sea pronto para sacar una conclusión definitiva, puesto que la campaña de certificación del personal investigador y las ejecuciones de los proyectos durante la anualidad 2020 no han terminado, la primera impresión que estamos teniendo es que el impacto ha sido menor de lo esperado. Las empresas tecnológicas con las trabajamos parece que se adaptaron rápido a la nueva situación y, de una manera u otra, los procesos de innovación existentes en el sector privado, aunque con algún parón, continuaron en 2020.
Respecto a la forma de trabajar, lo que ha cambiado radicalmente en EQA es que llevamos más de un año prestando nuestro servicio de manera remota. Tuvimos la mala suerte de sufrir uno de los primeros casos de COVID-19 en España, cuando había muchísimo desconocimiento sobre cómo actuar.
Por precaución e iniciativa propia de la empresa, y prácticamente de la noche a la mañana, las más de 100 personas cuyo puesto de trabajo estaba situado en Madrid tuvimos que comenzar a trabajar desde casa adaptando los procesos de certificación a esta situación. Afortunadamente, en los últimos años EQA había abordado varios desarrollos tecnológicos que permitieron que esta transición fuera rápida y no causase un impacto significativo en nuestra producción.
Mirando hacia el futuro, ¿cómo creéis que va a evolucionar el ecosistema de la I+D+i en España y, también, cuáles van a ser los siguientes pasos de EQA en este contexto?
Es difícil saber cómo evolucionará el ecosistema de I+D+i en estos momentos. No obstante, y como apuntaba anteriormente, los datos que se van conociendo hacen pensar que la tendencia al alza en España continúa. Lo que sí está claro es que nos encontramos ante una oportunidad única de avanzar hacia un nuevo modelo productivo.
Debido al creciente interés de las empresas por los estándares ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), cuyo propósito es generar confianza en el mercado respecto a la integración de los factores de sostenibilidad en la estrategia y operación de las organizaciones, es posible que en el futuro se diseñen políticas vinculando este aspecto con la I+D+i.
En este sentido, EQA ha diseñado un nuevo servicio llamado Innovación Sostenible, que tiene precisamente el objetivo de validar que los proyectos de I+D+i se alineen con los objetivos de desarrollo sostenible.